jueves, 21 de abril de 2011

Nada es casual....


Algunos afirma que el azar no existe, que nada ocurre por casualidad porque todo tiene una o múltiples causas y es perfecto; que el caos es aparente, porque revela una nueva forma de orden, el orden que proviene del desorden.

Esta afirmación es difícil de creer cuando miramos a nuestro alrededor, nos vemos rodeados de pobreza, enfermedades y muertes violentas y nos preguntamos, ¿hasta cuándo?.

Cuando estas cosas suceden nos invade el miedo y la preocupación; y tendemos a pensar que la realidad es arbitraria y que también a nosotros nos puede pasar cualquier cosa.

Algunos suelen atribuir las tragedias y los eventos desagradables al azar, mientras los creyentes tienden a considerarlos castigos de Dios.

Sin embargo, muchas veces revelan que no son ni una cosa ni la otra; porque los fenómenos humanos difícilmente ocurren por azar sino por una causa o por una cadena de causas inimaginables.

Las personas que se nos acercan y que interactúan con nosotros luego descubrimos que era por una razón que no veíamos, para que aprendiéramos algo que no sabíamos o para ayudarnos a avanzar en algún aspecto de la vida.

Lo cierto es que si sabemos mirar, parecería que todo lo que sucede, es por algo y ocurre porque es sencillamente inevitable.

Por eso no nos sirve pensar que todo podría haber sido diferente si hubiéramos hechos otra elección, porque somos quienes somos y elegimos libremente según nuestra personalidad y nuestra filosofía; y en el escenario de la vida tendemos a elegir siempre de la misma forma y nunca podríamos haber elegido otra cosa.

Los sucesos nos enseñan, porque forman parte de la escuela de la vida y aunque a nuestro ego le resulte difícil de creer, todo lo que ocurre sin haberlo planeado parece ser siempre mucho mejor que cualquiera de los planes más elaborados.

Un proyecto parece surgir en la mente espontáneamente sin esfuerzo alguno cuando menos lo esperamos. Son visiones involuntarias e inspiraciones lúcidas que emergen de una fuente inagotable de creatividad que está siempre a nuestra disposición, cuando estamos dispuestos a permanecer fieles a nosotros mismos.

Las cosas suceden en el momento justo, nunca antes o después, de manera que lo más razonable sería no apurarse, ni esmerarse en exceso, ni adelantarse a los acontecimientos, ni preocuparse por lo que vendrá, porque nada parece ocurrir antes de tiempo; y si ocurre, por alguna razón que no conocemos, es porque era necesario.

Que todas las cosas terminan es verdad, pero si pensamos que después de todos los fines hay un nuevo comienzo y que tal vez sea la oportunidad para evolucionar y crecer, podremos tener la fortaleza de aceptar esa realidad y seguir adelante para avanzar, utilizando lo vivido como experiencia.

Los grandes males de la humanidad son por haberse identificado sólo con el cuerpo y la mente: y por pensar que los cinco sentidos lo son todo; porque la mente que piensa de esa forma, vive temerosa y preocupada, intentando manipular a los demás para beneficiarse individualmente.

Si aprendemos a ver las cosas de otro modo, la mente es mucho más que eso, es la capacidad que tenemos para hacer de nosotros quienes realmente somos.

La verdadera realidad está más allá de la mente y se puede ver a simple vista cuando nos liberamos de nuestros pensamientos y podemos controlar nuestros sentidos.

Es en ese momento, cuando los objetos terrenales ya no importan demasiado, cuando podemos disfrutar realmente de la vida, porque cualquier cosa, cualquier experiencia, se transforma en algo pleno de sentido.

Recién somos dueños de nosotros mismos cuando nos damos cuenta de que los placeres mundanos no nos dejan nunca satisfechos; y que tener todo en este mundo no nos hace felices, porque nos convertimos en esclavos de esas pertenencias.

Fuente: “Recuperando tu divinidad” de Johnima y Kalassu Lightstorm

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