¿Crees que hay alguna
diferencia entre dolor emocional y sufrimiento?
Generalmente utilizamos ambas palabras como sinónimos y está bien.
Sin embargo, cuando queremos aprender a manejar dichas emociones, es importante saber que existen algunas diferencias.
El dolor es una emoción negativa, directamente relacionada con un hecho que nos afecta.
Por ejemplo:
Dolor es la tristeza o enojo que sentimos, cuando alguien importante para nosotros hace una fiesta y no nos invita.
También es la tristeza o angustia que sentimos, cuando notamos que estamos envejeciendo.
Si expresáramos nuestro dolor en el primer ejemplo, diríamos:
"Me duele (o estoy triste o enojado) que Pedro no me haya invitado a su fiesta".
El dolor está formado por una emoción, directamente asociada a una situación y puede ser explicado con un pensamiento.
Generalmente después de un periodo de tiempo o de ciertas conductas (quizás una aclaración, una distracción, etc.), el dolor disminuye y se termina.
El dolor sirve para indicar que existe una situación o problema, que requiere ser evaluada o solucionada.
En este caso podría ser que Pedro no es el amigo que yo creo, que esté molesto conmigo, que yo esté cometiendo un error de evaluación, que Pedro tenga una razón válida para no haberme invitado (y si se la pregunto me la va a decir), etc.
El sufrimiento es un dolor emocional, alimentado con toda una serie de pensamientos y emociones negativas, que aumentan su intensidad y duración.
Puede ser un sufrimiento necesario, como el que implica la muerte de un ser querido, que abarca diferentes aspectos, emociones y pensamientos o puede ser un sufrimiento innecesario.
Un ejemplo de sufrimiento innecesario es una mezcla de emociones negativas, pensamientos equivocados y conductas generalmente poco adecuadas, que nos hacen sufrir por largos periodos de tiempo.
Tomando el caso de no haber sido invitado a la fiesta, el enojo con la persona es desproporcionado, nuestra autoestima se puede ver afectada, quizás nos sentimos víctimas o humilladas, podemos alternar entre el enojo y la tristeza, etc.
Probablemente le dejamos de hablar o la agredimos, le empezamos a "ver" defectos o conductas que antes no tomábamos en cuenta, a hacer cosas que posiblemente le molestan y que provoca respuestas desagradables hacia nosotros y el así, sufrimiento crece y se alimenta a sí mismo.
Y este enojo y resentimiento nos puede durar meses y en ocasiones hasta años.
Probablemente estas emociones estarían alimentadas por pensamientos como: "Claro, yo siempre lo tomo en cuenta, pero él es un desagradecido."
"Se siente superior a mi, por eso no me invito."
"Todos se van a burlar de mi."
"La gente siempre me rechaza."
"No soy importante para nadie."
"Nunca me van a invitar."
"Yo les voy a demostrar lo que valgo".
Etc.
Generalmente utilizamos ambas palabras como sinónimos y está bien.
Sin embargo, cuando queremos aprender a manejar dichas emociones, es importante saber que existen algunas diferencias.
El dolor es una emoción negativa, directamente relacionada con un hecho que nos afecta.
Por ejemplo:
Dolor es la tristeza o enojo que sentimos, cuando alguien importante para nosotros hace una fiesta y no nos invita.
También es la tristeza o angustia que sentimos, cuando notamos que estamos envejeciendo.
Si expresáramos nuestro dolor en el primer ejemplo, diríamos:
"Me duele (o estoy triste o enojado) que Pedro no me haya invitado a su fiesta".
El dolor está formado por una emoción, directamente asociada a una situación y puede ser explicado con un pensamiento.
Generalmente después de un periodo de tiempo o de ciertas conductas (quizás una aclaración, una distracción, etc.), el dolor disminuye y se termina.
El dolor sirve para indicar que existe una situación o problema, que requiere ser evaluada o solucionada.
En este caso podría ser que Pedro no es el amigo que yo creo, que esté molesto conmigo, que yo esté cometiendo un error de evaluación, que Pedro tenga una razón válida para no haberme invitado (y si se la pregunto me la va a decir), etc.
El sufrimiento es un dolor emocional, alimentado con toda una serie de pensamientos y emociones negativas, que aumentan su intensidad y duración.
Puede ser un sufrimiento necesario, como el que implica la muerte de un ser querido, que abarca diferentes aspectos, emociones y pensamientos o puede ser un sufrimiento innecesario.
Un ejemplo de sufrimiento innecesario es una mezcla de emociones negativas, pensamientos equivocados y conductas generalmente poco adecuadas, que nos hacen sufrir por largos periodos de tiempo.
Tomando el caso de no haber sido invitado a la fiesta, el enojo con la persona es desproporcionado, nuestra autoestima se puede ver afectada, quizás nos sentimos víctimas o humilladas, podemos alternar entre el enojo y la tristeza, etc.
Probablemente le dejamos de hablar o la agredimos, le empezamos a "ver" defectos o conductas que antes no tomábamos en cuenta, a hacer cosas que posiblemente le molestan y que provoca respuestas desagradables hacia nosotros y el así, sufrimiento crece y se alimenta a sí mismo.
Y este enojo y resentimiento nos puede durar meses y en ocasiones hasta años.
Probablemente estas emociones estarían alimentadas por pensamientos como: "Claro, yo siempre lo tomo en cuenta, pero él es un desagradecido."
"Se siente superior a mi, por eso no me invito."
"Todos se van a burlar de mi."
"La gente siempre me rechaza."
"No soy importante para nadie."
"Nunca me van a invitar."
"Yo les voy a demostrar lo que valgo".
Etc.
¿Qué necesitas para manejar el dolor y el sufrimiento?
1.- En primer lugar, tienes que estar convencido de que estás sufriendo y de que quieres dejar de hacerlo, aunque al principio esto implique que te va a doler, quizás más.
Tal vez te suena paradójico, pero es como ir a que te operen porque te duele el estómago, por un ataque de apendicitis.
Para quitarte el dolor, te tienen que operar y te va a doler y vas a estar muy molesto varios días.
Lo mismo es cuando trabajas para manejar el dolor.
2.- Es importante que aceptes tus emociones.
Uno de los grandes obstáculos que nos impide manejar el dolor y el sufrimiento es la tendencia que tenemos a negar nuestros sentimientos.
Aceptar no es resignarse o rendirse.
La aceptación es activa, me lleva a actuar y la resignación es pasiva, me mantiene en donde estoy, porque pienso que ya no hay nada que hacer.
Aceptar es comprender que lo que sucede, independientemente de que me guste o no, es debido a una relación causa-efecto o a las leyes que rigen el universo, por lo que las cosas sucedieron porque tenían que suceder.
Es reconocer que en este momento esto es lo que es, sin calificarlo como bueno o malo, justo o injusto ni pensar si debería o no debería haber sucedido, es lo que es, es lo que sucedió o lo que soy en este momento.
Pero si hay un cambio, los resultados pueden cambiar.
3.- Para manejar el dolor o el sufrimiento, tenemos que conocerlo y para eso, tenemos que sentirlo.
Cuando vivas una situación dolorosa, siente el dolor, para que puedas identificarlo claramente y si son varias emociones, para que puedas irlas separando.
No trates de disminuirlo, justificarlo o anestesiarlo con medicinas, actividades, alcohol, comida, etc.
Trata de percibir en que partes del cuerpo lo sientes y cómo lo sientes.
Cuáles son las sensaciones físicas.
Curar el dolor emocional, al igual que curar el dolor físico, duele, pero si no limpias una herida física está se infecta y duele más, lo mismo sucede con el dolor emocional.
4.-Permite que salgan tus sentimientos.
Escribe, pinta, baila, háblalo con alguien (siempre y cuando sea una persona capacitada para ayudarte), llora, golpea un cojín, háblale a un retrato, etc.
El segundo paso es ver que hay atrás del dolor o del sufrimiento.
Pregúntate:
¿Qué es lo que me duele (enoja, molesta, da tristeza, etc.)?
¿Es lo que ........ me hizo?
¿Cómo lo estoy interpretando?
¿Qué pienso de esa persona y qué pienso de mi?
¿Es por qué no se cumplieron mis expectativas? ¿Me siento amenazado, traicionado, etc.?
¿Por qué?
Analiza todas las posibles causas de tu dolor o sufrimiento.
5.-Cuando trabajes con el sufrimiento, trata de separar las diferentes emociones que lo componen.
Hazlo por escrito.
Te puedes ayudar observando tus conductas y escuchando lo que la gente te dice.
Califica del 1 al 10 la intensidad de cada emoción y luego compara con la situación para ver si la intensidad de esa emoción es congruente con lo que sucedió.
Por ejemplo:
Calificaste tu enojo con un 10.
Realmente el que no te haya invitado vale la pena un 10.
¿Es tan importante como la situación que más te ha enojado en toda tu vida?
6.-Revisa que pensamientos están asociados a cada emoción y ve si no son pensamientos negativos, equivocados, etc.
Analiza en dónde y cómo aprendiste a pensar y sentir así y ve qué diferencias hay entre la persona que eres en estos momentos y el niño que eras cuando lo aprendiste.
¿Crees que es lógico y necesario que reacciones igual?
Recuerda que ese pequeño no tenía ni la capacidad de pensar y analizar que tienes tú, ni ninguna de las herramientas que tienes, como adulto, para relacionarte y resolver tus problemas.
7.-Analiza en dónde y cómo aprendiste a pensar y sentir así y ve qué diferencias hay entre la persona que eres en estos momentos y el niño que eras cuando lo aprendiste.
¿Crees que es lógico y necesario que reacciones igual?
Recuerda que ese pequeño no tenía ni la capacidad de pensar y analizar que tienes tú, ni ninguna de las herramientas que tienes, como adulto, para relacionarte y resolver tus problemas.
8.-No te causes un daño innecesario.
No permitas que el pesimismo, la culpa, un estilo de pensamiento equivocado, la depresión, etc., aumentes tu sufrimiento innecesariamente.
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